Ya no me divorcio
 Estaba a punto de separarme de Antonio
 De vivir la agonía del divorcio
 Todo marchaba bien hasta el día aquel en que caí en las redes del desamor
 Todo se convirtió en una pesadilla hasta la mirada estaba opaca;quise huir de mi misma
 sombra, y justo en el barrio Bolívar les pregunté a los moto-taxistas.
 ¿Quien me lleva a la tetilla?
 -Pago 25 mil pesos.
 Un joven con la moto más pequeña, en una motoneta, creyó escuchar "la tetona"
 Nos hemos venido adentrándonos por Julumito.
 Damaro jinete de viejas batallas, se está recuperando de la última, cuenta que iba con su esposa
 cuando un carro se tragó el pare, su pierna está resentida y a su esposa se le siguen practicando
 exámenes.
 Como era primera vez que conocía este territorio caucano, le dije: pida 3 deseos, yo por el pedí
 el total restablecimiento de el y su esposa.
 Me dejó en la tetilla allí pude disfrutar del servicio de una cafetería-restaurante, jugo de naranja
 exprimido allí mismo y una papa rellena al ratico llegó la chiva de Óscar, la abordé y me dejó en
 la portada, tremenda impresión me causó haber dejado las llaves, estaba lloviendo, me pasé
 por encima de la portada, luego al llegar a la casa de los sueños, me entré por la ventana que da
 hacia Oriente.
 Hoy tomé a desicion de no separarme de Antonio y encontré en una carta esta frase:
 Dios. Te pedí fuerzas para lograrlo todo, y me hiciste débil para que aprendiera a obedecer.
 He vuelto a sentir el brío de otros tiempos, me dirigi donde Efigenia a poner dos correos como
 era tan de mañana, solo me sintió el perro, bendita señal que me comunica con mi familia, ni
 siquiera me percibió la vaca de Efigenia, solo me le colgué a su señal.
 Salí a remeciar, las tiendas a esa hora estaban cerradas como iba en la bicicleta la dejé
 recostada y comencé a hacer las prácticas respiratorias en la cancha, escenario familiar donde
 muchas veces jugué al fútbol con Martín y sus alumnos, al regresar a la Cooperativa estaba Eivar
 y su tercera hija Estefanía, un Rayo de luz en esta vereda le heredó los ojos azules a su abuela
 Rebeca.

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