Hay vidas que están íntimamente relacionadas,
y se atraen en el tiempo y espacio,
solo basta un suspiro, reclinado en el pecho de las palabras, para que las almas se reconozcan,
un latido del corazón para sentir, que por el otro valio la pena haber nacido.
A lo largo de nuestra existencia,
vamos estableciendo nexos, vínculos con personas, lugares y cosas,
un libro que por ley de reciprocidad afectiva al abrirlo, me devuelve en el tiempo hace 15 años,
como si fuera ayer, se llama: "El oro del rey" y fue un trofeo conquistado por María Isabel, el cual
me lo obsequió con una dedicatoria.
Domingo de paz en el corazón, la mitad de un sol alborea como un estandarte en Pléyades,
la otra mitad la conservo en Andrómeda, este sol permaneció en el restaurante Sandik en
Popayan, hoy me despierto soñando a los amigos y amigas de tiempos idos, alimento físico y
espiritual que mamá Bárbara nos otorgaba con su encanto de mujer certera en sus intuiciones,
en aquel palacio que fue el escenario intergaláctico del arte, Kalenda Maya Maya grupo musical,
ofreciendo concierto en pleno corazón de la ciudad Hidalga en la sexta con cuarta, y sus
balcones abarcando con su mirada, los resplandores del volcán Sotara.
Hago estas evocaciones porque soñé con doña Anita de Rios, y porque mamá Bárbara lavó la
tela del sol, sacando a relucir el sol que permanece en el balcón de la cabaña mirando hacia
Florida- Valle, un sueño de Dios hecho canción.