He vuelto a colocarme las vestiduras sagradas,
he traido sobre mis hombros los penates,
que a lo largo de mi vida me han acompañado,
en el bolsillo de mi túnica encuentro,
una carta egipcia,
la número 37 arte y ciencia,
a el me consagro en este instante de luz,
y encuentro la grata complacencia,
feliz recurrencia de venir al mundo,
a dejar una evidencia a nuestro paso por el,
contemplo el cerro la tetilla,
distingo la ruta que va a los cerrillos,
este camino tiene corazón,
llegué a el movido por una fuerza extraña que me poseyó,
y la sentí en las alturas del cerro Minasurco,
en chapa-sotara,
a donde subí a recibir la inspiración,
y me permitió realizar la proeza,
de declararme en huelga de hambre,
con lo que conseguí ser trasladado del patia a los cerrillos,
Andrómeda me conecta con este periplo de la historia,
cuyo propósito es mantener presente,
la visión del cóndor de los Andes,
para lanzarme a otras efemérides donde pueda estar sintonizado,
a los latidos de mi propio universo,
me acaban de llegar las ricas arepas,
que me envía Genui a través de Daniel, y Carito,
una tenue lluvia refresca mi memoria,
el escarabajo irrumpe con su sonido característico,
Estoy dándole función a un asiento reparado,
mientras la mesa del comedor familiar está protegida bajo el techo,
donde guardo la madera,
en este paraíso que levantamos con nuestras manos.