En la soledad aparente de no verte,
apareces en mis suspiros,
se agiganta las brisas de la mañana,
la guadaña de Rodrigo ensordece
las montañas,
su rugido repliega los saltamontes,
estoy ausente,
fuera de mi mismo,
en este comedor,
cuya mesa,
engalanaba el restaurante Sandik,
se levanta sobre la tarima de Nausimake,
aquella,
que me obsequió mi sobrino Alfredo Agudelo,
los artistas cada uno,
siguió su propia estrella,
y Erika la niña,
que se montaba,
encima de la chiva,
que Heriberto Campo su tío,
con sus propias manos fabricó,
para Nausimake,
se creció,
ahora es médica odontóloga,
los niños ya son papás,
y cumplen sus deberes familiares,
y Jacob con su mujer Mile,
sale a protestar a las calles,
exigiendo un seguro social que garantice bienestar,
-los caballos de Tobias relinchan en el potrero
aquel,
que querían convertir en cementerio,
solo la firmeza y el empuje arrollador,
del maestro de la escuela y Jacob,
también la asesoría de Cristian Bolaños,
evitaron tal agravio,
algo en el Interior,
que la cabeza no da razón,
mueve fuerzas internas,
da energía,
para levantar nichos de amor,
así estaba escrito en el corazón,
y desde esta montaña,
regresan las huestes del sol,
a coronar de laureles a la ninfa,
diosa mística del Nirvana,
que parte al país de Francia,
aquel que brindó a Bolívar,
justicia y libertad.
II
Me ha sorprendidover,
los alambres levantados,
y el cerco colocado,
para que no se pasen
las bestias a Andrómeda,
gesto voluntario,
realizado por Moisés,
hijo de Tobías,
la estirpe de los Sánchez,
crearon otro valle del Cauca,
asentada en estas montañas,
que se convirtieron,
en verde esmeralda cañaveral.