EL RETORNO.


En el reino pleyadiano de guayabal,
se siente el agua,
a la memoria refrescar,
un tenue aguacero da vida a las plantas,
entre tanto ha quedado flotante,
mensajes canalizados,
accesos a registros akasicos de la naturaleza,
sensibilizar el oído nos permite escuchar al río,
me pregunto:
¿Tantos caminos recorridos?.
para llegar a lo que somos,
en esencia,
en magnificencia,
mantener salvaguardado esta reserva natural,
y protegida por la alcaldía,
nos permite respirar,
y justo hoy fuimos con Sathia,
a reinstalar el agua,
que se toma a 300 metros de distancia,
a una quebrada,
que es propiedad de la familia penagos,
y que colinda con la reserva natural,
el agua es traída por gravedad,
se almacena en el tanque,
al lado de la finca de Pablito,
y nos provee de este líquido sagrado,
¿Como llegué a Pléyades?
Llego como impulsado por un destino común,
tomo la motoraton,
que me lleva al terminal,
me corresponde la buseta 2040 de tax-belalcazar,
justo coincidimos con el chófer de otra buseta que está a punto de partir,
y lo completa conmigo,
soy el octavo pasajero,
alcanzo la chiva en Santander,
que sale a guayabal,
es miércoles día de mercado,
nos abastecemos de velas,
fuego encendido,
corazón vivo,
hacer prevalecer el amor,
más allá de toda religión,
es ser correspondido,
la raza humana se prepara para un salto cuántico en la historia,
ante el asedio de tanta información,
que nos llega por internet,
optamos por asegurar un espacio de intimidad,
para discernir aquello,
y filtrar lo que verdaderamente nos corresponde realizar,
termino esta nota sembrada en los corazones esta semilla,
de la conciencia cristica del amor,
que va mas allá de toda comprensión,
nos permitimos,
ser tocados,
solo por aquello,
que reivindique la ascensión del alma,
en octavas superiores de conciencia.

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