En el ser humano,
existe la tendencia a hacer el bien,
cada acto emprendido,
con amor encendido,
crea un ambiente propicio,
derrama alegría a su alrededor,
la vida se impregna de valor,
y significado,
al tratar al otro con respeto,
propicia campos energéticos de simpatía,
y armonía,
sanar el núcleo familiar,
he aquí la clave para abordar,
el ser en su majestuosidad,
más allá del bien y del mal,
darle el lugar a las personas,
y a los objetos,
entraña una mirada,
para establecer una eficaz convivencia de los seres humanos,
entonces la relación pasa de ser competitiva,
a colaborativa,
estás al lado de personas que te dan tu lugar,
darse el lugar comienza por uno mismo,
cuando amamos lo que hacemos,
nos convertimos en sujetos interactuantes,
nos abrimos a las posibilidades,
en el uno y en el otro,
derribamos barreras de tiempo,
y aprendemos que solo es posible,
darse a los demás,
cuando no nos tomamos nada personal,
y cuando el individualismo,
es trascendido por el altruismo