En el fondo de todo,
acudimos a la cita,
en esta vida,
con uno mismo,
nos miramos cara a cara,
frente a frente,
nos atrae algo desconocido,
ver los amigos,
empero en esencia,
acudimos al encuentro,
consigo mismo,
voces se nos revelan a diario,
solo se acallan,
con el recurso de la escritura,
se van diluyendo,
cuando el lápiz,
traza sus formas,
y se convierten en palabras,
nunca sabemos donde terminan,
ni donde empiezan,
en sus manos somos,
como barcos de vela,
al influjo de los vientos,
-todo fluye como el agua,
nunca se detiene,
mientras vivamos,
nacimos con un designio,
realizar una experiencia,
acaso no le estamos extendiendo,
la mano al creador,
en cada tarea emprendida,
en cada acción consolidada,
así nos equivoquemos,
estamos prestos a perfeccionar lo aprendido,
así repitamos el mismo error,
siempre habrá una oportunidad
se rehabilitarnos,
se nos dio esta existencia,
como una oportunidad,
de hacer un camino,
que nos conduce en espiral,
hacia la consecución de un nivel de vida,
que nos permita realizar toda una plenitud,
en nuestra forma de abordar los aspectos de la vida,
sentimos la llama erguida de la vela,
Inmutable pero viva,
esta fue la cita en el misterio de la noche,
levantarme a ver el nogal del patriarca Luis,
que crece en esplendor como las estrellas
que se ven hacia el sur,
y cumplir con la cita de mi designio,
aquí en este cuarto en Pléyades,
al lado de los hermanos que he aprendido a amar,
y donde el propósito nos convoca
a ser uno mismo,
como lo he aprendido de mi hija Andrea,
honor y gloria por los caminos del ser,
ahora nos corresponde dejar crecer la esencia,
a expensas de la personalidad,
proceso que se revierte,
de adentro hacia afuera,
hacerla activa todo el tiempo,
hasta que no seáis como niños,
no podéis ver el reino de los cielos,
el cual nos habita,
en la medida,
en que nacemos de nuevo,
por eso,
hoy he venido,
a la cita conmigo mismo,
y al llamado de Barbarita.