LA MIRADA DEL ASOMBRO.


El dios Eolo mandó una corriente de aire, y puso a bailar las hojas de la mata del plátano,
una de ellas
la más osada
se contorneaba como un abanico
se balanceaba
tanto
tanto
la imaginé,
quisiese ser arrancada y elevarse como una cometa para besar al sol
que la contempla y le sonríe
porque ha bailado
tanto
tanto
que bajó y la abrazó
y ella entregada
embelesada
se dejó fecundar
y su racimo pesa
tanto
tanto
que una vez maduros los pájaros se alimentaron al son de su trinar,
el dios Eolo le hace un guiño al sol
y los dos son cómplices de ese gran amor.

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