Escribió el libertador dirigiéndose al general Briceño:" Escribo estas líneas en los últimos
instantes de mi vida, para pedirle la única prueba de amistad y estima que puede darme, le
ruego que se reconcilie sinceramente con el general Urdaneta y que se una a el en apoyo al
actual gobierno de Colombia. Mi corazón me asegura que no me negará este último honor.
Solo sacrificando nuestros sentimientos personales podemos proteger a nuestros amigos y a
Colombia de los horrores de la guerra".
Palabras que cobran vida en la actual coyuntura latinoamericana,
aunque no pensemos lo mismo podemos ponernos de acuerdo;
al revivir las gestas emancipadoras estamos dirigiendo una mirada hacia la complejidad del ser
humano para cumplir con los designios trazados por el padre de la patria:
la de establecer la unidad,
vivimos en múltiples campos de batalla, algunos tratando de hacer prevalecer normas,
protocolos, esquemas, formas de gobierno, creencias, ideologías;
hay que vaciar la copa para ofrecer un brindis con el mejor vino que hayemos extraído,
de experiencias,
conocimientos,
sabiduría;
de esta manera propendemos por establecer los fundamentos del nuevo orden mundial,
nuestra sed de justicia social y de la necesidad de amar nos ha permitido unir esfuerzos,
trascender intereses personales, renunciar a la conformidad para contribuir al gran cambio que
comienza por darse en uno mismo.
Cuando comenzamos a quitarnos las capas que han encubierto nuestra esencia,
entonces podremos beber el vino del servicio social en la copa sagrada del amor entrega,
la invitación de Bolívar es la de unirnos para evitar caer en la anarquía o en la tiranía.
La sociedad es la extensión del individuo,
si el individuo está enfermo así será la sociedad,
vivir el proceso de una sicotransformación individual nos amplia la visión del camino para
encontrarnos a nosotros mismos y a los demás,
retornamos a esta filosofía para encender la luz de la humanidad,
una humanidad dispuesta a tomar el rumbo para comprender:
quienes somos,
de donde venimos,
y para donde vamos,
"llegar al caduceo de Mercurio con las alas del espíritu siempre abiertas".
Al llegar al origen de donde partimos, nos damos cuenta con entera claridad meridiana,
que nuestros pasos tienen el fulgor de una total comprensión,
de que solo el amor es capaz de crear las veces que sea necesario.
Esta cosmovisión que abarca senderos trajinados, caminos iniciáticos, huellas encontradas
mediatizan ese afán inconmensurable del despertar espiritual,
abriendo una comprensión de fondo para adaptarnos a los cambios y poder entregar lo mejor
de nosotros mismos.
Estamos dispuestos a lograrlo.