La máquina de moler está lista para triturar la lenteja remojada,
luego se le fue añadiendo a la tulpa las yerbas traídas de la huerta donde doña Carmen,
sabores y saberes de esa rica tradición milenaria,
aportada por mamá Bárbara para procesar las albóndigas de lentejas;
tener lista la cebolla,
el ajo,
el tomillo,
el orégano,
el cimarrón,
el pimentón,
y luego al ser la pasada la maza por el molino,
se produce ese color verde madremonte,
a la que se le agrega granos de arroz para que fluya libremente,
una vez molida se le adiciona la sal al gusto,
y se frita,
logrando obtener esa textura caoba de café envejecido,
una verdadera obra de arte culinario,
luego se retira debajo del manubrio la leche espumeante,
recogida en un recipiente,
haciendo parte de este ritual,
que se realiza en fogón de leña, sintiendo la presencia de los elementales,
mientras el trueno acompaña esta eterna danza de la vida,
¿Como no sentir entonces que el alma está viva.?
-Si, desde lejanías melodías,
han acudido al llamado las dos hermanas Zambrano.