Mi querida Gemita,
hermana de Barbarita,
me obsequió una agenda en la que escribió "para que siembres palabras,
y florescan pensamientos",
he sido rodeado del amor familiar a montones,
otras agendas,
una de Diana la he dejado iniciada con el titulo:
Por mi habla la raza,
agenda escolar de la Unam,
cuando se desempeñaba como docente,
de esta prestigiosa universidad de México,
la otra agenda que utilizo para escribir cartas,
y las hago llegar en ocasiones especiales,
me la dio Andreita acompañada de un mechón de cabellos de oro,
cuyos hilos trazan palabras de fuego,
las tres agendas forman mi crisol,
y es la manera de experenciar a Dios,
en sus múltiples manifestaciones,
pareciera que la vida,
nos hiciera un juego
a las escondidas,
al final acaba por hallarnos,
mientras más lejos nos ocultemos de el,
más cerca lo encontramos,
lo hermoso de la existencia,
es que uno acaba por aceptarse a sí mismo,
lo interesante es que creemos que somos individualidad,
y resulta lo más extraordinario,
somos multiplicidad,
nuestra alma se identifica con toda forma viviente,
una mirada destella tonalidades,
desde que nacemos nos hacemos tantas preguntas,
y nunca dejamos de hacerlas,
finalmente nos damos cuenta,
que no hay respuestas afuera,
la única respuesta,
nos la damos nosotros mismos,
tantas luchas,
conflictos,
diferencias de opinión,
para poder entender en un momento clave,
que se nos dio la capacidad de armonizar los contrarios,
no está escrito en los libros,
lo vivimos a nuestra manera,
nosotros mismos nos enfrentamos a dilemas,
cada quien desde sus propias creencias,
generadas desde la familia,
la escuela,
la sociedad,
abarcamos con nuestra mirada,
aquello que se nos ofrece,
y que podemos tomar,
en este libre advedrio que elegimos,
asimilamos aquello que se convierte en la brújula de orientación,
para clavar en la madera de la certeza,
nuestras convicciones profundas,
y poder avanzar con firmeza hacia la realización de nuestros ideales de vida,
aquellos que logren coronar esta meta,
logran pasar la otra orilla,
una vez cruzado este puente,
se descorren los velos,
y se descubre aquello por lo que valió la pena vivir,
la certeza se revela a sí misma,
en su grandeza,
es entonces cuando se cicatrizan las heridas,
y dejan de atormentarnos las espinas.