Cuando en la mañana revuelvo los huevos,
de las gallinas de Milvia,
comienzo a captar los colores,
le adiciono la sal,
el picado de la cebolla,
luego frito las tajadas del maduro de plátano,
caliento el arroz,
que ha sido teñido con el batido de acelga y espinaca,
y otras yerbas,
secreto culinario de doña Carmen,
saco el queso,
que traen a vender a la tienda de Noreli,
la familia Mañunga,
lo complemento con un panbazo,
horneado por Jesús,
el panadero de Santa Rosa,
y le mezclo al agua hervida,
la panela amelcochada de Nabo,
hijo de Tobías,
al final cuelo el café de los Vargas de Santa Bárbara-cajibio,
que emite con su aroma,
destellos luminosos,
de la noche misteriosa,
percibo el aroma de esa vereda,
donde vi surgir el amor,
entonces siento en el alma,
la grandeza,
de poder disfrutar ante mi vista,
esta sinfonía de colores,
acompañado por los trinos del chicao.