De todo aquello en la vida necesario para sentir la máxima realización a la que podemos aspirar,
es la de aprender a aceptarse a sí mismo, con todas las posibilidades y limitaciones, solo
así la vida se convierte en magia y nosotros tanto el hombre como la mujer en hacedores de
milagros, tal reflexión surge a la luz de una experiencia, que viene a hacer como la apertura
de la conciencia, hacia ese algo, ignoto, desconocido, y al andar habiendo expresado tal
conocimiento, se nos muestra el lado creativo de la vida, que viene a hacer un reto, para cada
día alcanzar la mayor expresión de belleza, armonía, solo posible cuando iluminamos esa parte
oscura que existe dentro de nosotros mismos, y que representa llegar al límite de ese algo
prohibido, o ese algo reprimido, este proceso se hace de manera individual, todos, todas, le
hemos dado fuerza a los miedos, solo enfrentandolos es cuando podemos ser libres, y solo
cuando lo experimentamos podemos dar testimonio de tal aseveración, salir del laberinto es un
camino iniciático, cuyo punto de partida es seguir el curso del hilo de ariadna, afortunadamente
lo poseemos para no perdernos, al final como Teseo debemos enfrentar al minotauro, a la
terrible bestia de los desafueros, una vez que le hallemos arrancado la cabeza a la razón,
podemos ser como niños, en vez de razonar actuamos guiados por la voz de la intuición.