Leia en pleyades


Leía revolotea como mariposa de flor en flor
Lleva en sus alas los colores del arco iris
Va de cuarto en cuarto
Camina como Pedro por su casa
Sabe sostenerse de cuanto apoyo encuentra a su paso
Obedece a su instinto natural y se lanza en cualquier dirección
Aunque se cae
Vuelve a levantarse
En un principio practicó la subida de 3 gradas para llegar a la cabaña donde duerme con su
abuela
Luego sus pasos se fueron ampliando para llegar al salón comedor
Allí tiene su mesa y los asientos adecuados a su edad
Crayola, pinturas, colores, una maletada de juguetes incluyendo a las Barbies
Toda una biblioteca a su alcance
Se desplaza por los corredores a la cocina
Y ya baja a la casa de dos piesas
Y a santinekan
Todo lo escudriña y hay que estar atento con los objetos que impliquen riesgos para su
bienestar
También baja hasta la portada y sabe expresar cuando quiere que la suba a mocho,
generalmente visitamos la quebrada que atraviesa la carretera, y llegamos a la finca vecina para
saludar las gallinas y los perros
Pero su animal preferido es el gato gus de la casa,
Ella sabe darle el alimento, le hace mimos,
Es el gato más tranquilo sobre la fas de la tierra,
Y hasta quiere montarse en el
Como en un caballo
Leia la bienamada
Comparte su compañía junto a sus tres abuelos

Despedida de Leia


Leia sintió el llamado de la abuela piedra, desde el mismo momento subida en la mesa comedor
escuchando a Mozart.
Luego fuimos descendiendo las gradas de piedra montada a mocho, pero en la portada hubo
necesidad de bajarla, y ella se fue caminando hasta llegar a la piedra de la entrada de la finca,
allí se acostó, parecía que en su almita habitara la anciana de los días, la perpetuidad de la
eternidad.
Luego tomamos el camino hacia la quebrada y escuchando el latido de sus aguas, entramos al
bosque misterioso, allí apareció el vecino,
-le dije que Leia quería saludar al caballo.
-Y el me contestó:
"que estaba sin ensillar".
-fuimos a encontrarle,.
-alli estaba.
-la subí a lanca.
Y recorrimos juntos los vastos imperios del Tahuantinsuyo.
Subimos los andes, al lado de la memoria del libertador de los pueblos del sur.
El caballo pareció entender que hace más de 200 años, un hombre rompió con su espada las
cadenas de la esclavitud.
Le pregunté a Leia cómo se sentía.
-Y ella me respondió:
"mi presencia con ustedes es eterna como la de las estrellas".
-Iniciamos el regreso a casa donde nos esperaban los dos abuelos, y con masitas de choclo,
celebramos esta ocasión única y feliz.

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